miércoles, 15 de febrero de 2012

ODIO EL CARNAVAL

Odio los carnavales. Pues vaya obviedad, pensareis vosotros, ¿Qué adulto en su sano juicio puede disfrutar, del hecho de ir vestido como un mamarracho?, pues más de los que os pensáis, muchos más.
La tortura, empieza ya en las guarderías y colegios de este país, donde obligan a los niños a disfrazarse, les guste o no.
Para estos desgraciados niños, existen dos posibilidades de disfraz –a cada cual más cruel-: si se trata de un colegio privado, dan la libertad a cada niño de disfrazarse de lo que prefiera, y si es un colegio público, el disfraz suele realizarse a mano por lo propios niños, para según dicen, no discriminar a ningún niño por motivos económicos.
En el primer caso, se puede comprobar la vieja teoría de la libertad mal entendida, y de porque a veces no es bueno dejar elegir a según quien. No es poco frecuente, encontrar a algún niño, repito: niño, disfrazado de princesa Disney, porque, según palabras textuales de sus padres, “es que, él quería disfrazarse de Blancanieves“, a ver atontaó, ¿desde cuando importa la opinión de un niño de ocho años?
También es habitual ver a niñas disfrazadas, de lo que yo pensaba que eran prostitutas de autovía, y sin embargo se trata de una especie de muñecas llamadas “Brazt”, o dibujos animados tipo “Monster High” o pueden ir de su cantante preferida, o de cualquier protagonista de películas de vampiros románticos y hombres lobo depilados. He de advertiros, que en estos casos, no es fácil distinguir si las niñas en cuestión van disfrazadas o van simplemente al instituto en un día de diario.
La segunda opción de disfraz colegial, es el disfraz artesano. Con la excusa de evitar diferencias entre los alumnos, les obligan, no solo a hacer el ridículo públicamente, sino que encima tienen que fabricarse ellos mismos el disfraz motivo de su futuro escarnio y burla. Esto sería equivalente a que a un condenado a la silla eléctrica, le obligarán a cambiar unos fusibles de la silla, donde en breve morirá electrocutado, o a un pobre marido le obligaran a comprar condones para el amante de tu mujer.
La temática de estos disfraces es muy variada, normalmente se basan en oficios como: basurero, bombero, policía, etc, etc. No tan variado, sin embargo, es el material utilizado, que suele ser una bolsa de basura, en la que enganchan cartulinas y papelitos recortados, de colores varios, simulando botones.
Finalmente el niño, enfundado en una bolsa de basura negra convenientemente decorada y un bigote negro pintado –por todos es sabido, que no eres un autentico bombero, policía, profesor o enfermera, sobretodo enfermera, sin tu correspondiente bigote- desfila por la calle, ante la mirada de vergüenza ajena de transeúntes, con el único objetivo de que sus progenitores lo graben y fotografíen todo, y así puedan humillarlo ante amigos y novias, en un futuro no muy lejano.
Cuando ya eres adulto, lejos de mejorar, la cosa empeora, y empeora principalmente porque en esta etapa de la vida, las personas se disfrazan por voluntad propia. ¡Venga ya! ¿Cómo alguien va a humillarse por voluntad propia?, pues sí, existen, mirad si no a Tomas Roncero.
Volviendo al tema, a no ser que tengas una novia “súper guay” que te obligue a acompañarla a una fiesta de disfraces “súper guay” también, disfrazado acorde con ella, a lo que tu accederás de buen grado y voluntariamente por supuesto, los más habitual es que la gente elija auto humillarse voluntariamente.
La auto humillación culmina en diferentes disfraces: Si eres mujer, y a poder ser entrada en carnes, tu disfraz ideal es el de bebé obesa con pañal gigante o niña pequeña con trenzas y piruleta, para poder destrozar de por vida las fantasías sexuales, y en general la vida sexual, de todo aquel que te vea; este objetivo también lo puedes cumplir con un disfraz, siempre dos tallas mas pequeño, de cualquier heroína o princesas varias.
Si eres hombre, tu disfraz ideal es el de mujer, y así podrás liberar tus deseos ocultos y fantasías frustradas por un día, camuflado entre la multitud. Ya os prevengo, que ante tal afirmación, estos… hombres, se excusarán rápidamente con la frase: “A lo mejor tu no te disfrazas de mujer porque no estás seguro de tu sexualidad, o no eres lo suficientemente hombre…” ningún problema Chuck Norris, tu sigue poniéndote las bragas de tu mujer, que los demás seguiremos con nuestras terribles dudas sexuales y nuestra gran inseguridad.
Estudio a parte merecen los catálogos de disfraces que circulan hoy en día por nuestras calles, haced la prueba: Coged unos cuantos y observadlos con cariño. Veréis que bien podrían ser catálogos de un “sex-shop”, todos los disfraces que anuncian tienen que estar llevados por mujeres impresionantes y hombres musculosos, estar elaborados con la menor cantidad de tela posible, y por supuesto el nombre de cada disfraz tiene que ir acompañado de la palabra: sexi. Enfermera sexi, policía sexi, vaquera sexi, india sexi, cavernícola sexi, bruja con su verruga correspondiente….sexi.
¿Qué exagero?, yo solo sé que más de un catalogo de estos, me ha hecho buen servicio algún día que no me funcionaba internet.
Para finalizar me gustaría hacer una reflexión en voz alta sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro país, simplemente diciendo, que en la bonita población de Cádiz, un tal Francisco Alba Medina, alias el Brujo, dispone de un busto en su honor, como creador de la Comparsa, si amigos, que seria de nosotros si este buen hombre no hubiera inventado la Comparsa. ¡Joderos Pitágoras, Aristóteles, Arquímedes, Copérnico, Da Vinci, Galileo, Newton, Darwin o Edison! Podréis a ver revolucionado la física, las matemáticas, la filosofía, el arte o la astronomía, pero ni siquiera imaginasteis lo que era una Comparsa.
Avisad a Alemania, Francia, Estados Unidos o China, el futuro es nuestro.

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