El personaje más odiado del mes de enero ha sido: Franceso Schettino.
Francesco Schettino es el comandante del crucero “Costa Concordia”, que sufrió un accidente la noche del viernes 13 de enero.
El comandante en cuestión se acercó en exceso a la costa de la isla de Giglio, para saludar, y el barco impactó con unas rocas. Se produjo una grieta por la cual entró el agua y provocó minutos después el hundimiento de la nave.
Si los italianos, ya de por si, son hombres conquistadores, ¿Como no lo iba a ser un tío que encima tiene un barco? El capitán, había quedado días antes con una “ragazza” para impresionarla.
La conversación debió ser algo así: “Bambina il viernes a la notte, asómate a la tua ventana que verás una cosa molto grande que tengo per ti” y Francesco, como un “cabalieri” que es, no faltó a su palabra, y se acercó a saludar a su enamorada.
Francesco Schettino pasó a disposición judicial acusado de abandonar el barco, cuando aún quedaban pasajeros dentro. El capitán negó la mayor asegurando que: “No tenía ninguna intención de escapar. Estaba ayudando a algunos pasajeros -seguramente pasajeras, añadiría yo- a tirar al mar uno de los botes salvavidas… el mecanismo de seguridad se bloqueó… de repente se reactivó y me veo dentro del bote de salvamento…”. ¡Olé tus huevos Francesco! Como se nota que fue compañero de clase de Pepe, en tercero de “excusologia”.
Es curioso el caso de una de las supervivientes del naufragio, Valentina Capuano, que afirmó que su tío abuelo, pereció en el accidente del “Titanic”, donde trabajaba como camarero. Si yo fuera esta mujer, estaría un poquitín asustada, porque si algo hemos aprendido de “Destino final 1, 2, 3,…, y 18” es que la muerte no se equivoca dos veces. De momento y por si acaso, Valentina, olvídate de barcos por un tiempo y a poder ser no te bañes y aséate con toallitas húmedas, pero no mucho.
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