Le venden
un coche sin intermitentes y no se da cuenta hasta cuatro años después
Como tantas otras personas, nuestro amigo J.C. compró un coche nuevo en su
concesionario habitual.
Durante cuatro
años ha estado utilizando su vehículo diariamente para ir a trabajar y los
fines de semana para salir con su mujer e hijos, sin ningún tipo de problema ni
percance, “el coche siempre ha funcionado a la perfección y nunca ha tenido ninguna avería importante” nos explica
el afectado.Hasta aquí todo normal, pero la noticia surge cuando nuestro protagonista, cuatro años después de adquirir el vehículo y como obliga la ley, acude a su estación de ITV más cercana para pasar la inspección correspondiente.
El coche pasaba todas las pruebas satisfactoriamente hasta que el mecánico encargado de la inspección indicó a J.C. que activara los intermitentes “en cuanto escuché la frase ya me extrañó, ¿intermi… que? me dije para mi mismo…” al ver que estos no se activaban el operario del taller repitió la orden, a lo que J.C. respondió que no le entendía y que a que se refería con eso de “intermitentes”.
El mecánico
muy amablemente le explicó que los intermitentes eran aquellas lucecitas
naranjas situadas en los extremos del vehículo que se encendían
intermitentemente y que servían para indicar el cambió de dirección del vehículo.
Desde el exterior se observaba claramente la existencia
de ambos pilotos, pero imaginen el tamaño de su sorpresa cuando buscaron la maneta de activación de los mismos en
el interior del coche y estos no aparecieron por ningún sitio, le habían vendido
un coche sin intermitentes, o al menos sin la capacidad de activarlos.“A mi ya me extrañaba que cada vez que cambiaba de carril en la autopista o cuando entraba o salía de una rotonda algunos conductores me pitaran, pero siempre lo atribuí a la envidia hacia mi coche o por mi excelente manera de conducir”.
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