Odio el
verano. La principal y más odiosa característica de verano es el
insoportable calor que hace a todas
horas. ¿Qué el calorcito es bueno? ¿Qué el sol es vida y felicidad? Ven a
tocarme los huevos chorreando y me lo repites.
Como decía mi abuelo,
el verano es para los ricos. Cuanta razón tenía el hombre, porque el calorcito
es muy agradable cuando estás todo el día en la playita tumbado,
convenientemente protegido de lo que has venido a buscar: el sol. ¿Paradoja?
No, gilipollez humana. O cuando
estas en la piscina, o en tu barquito en alta mar. ¿Pero hoy en día quién coño
tiene dinero para todo eso? Poquita gente, así que la mayoría de los mortales
nos quedamos en casa medio en pelotas, sudando como cerdos o cerdas, según el
caso, y dosificando el aire acondicionado o el ventilador para intentar ahorrar
algo de pasta.
Es que el invierno es muy deprimente porque a las
seis de la tarde ya es de noche, dirán algunos, ¿Y qué? ¿Es menos deprimente
estar en calzoncillos, espatarrado
en el sofá, delante de un ventilador de mierda, con un remiendo de cinta
aislante en el cable, mientras notas como te caen las gotas de sudor por la
espalda?
Por no hablar de la asquerosa sensación de salir de
la ducha, y mientras te estás secando notar como te resbala la gotita de sudor
por la frente.
Así que a los pobres, no nos queda otra que unirnos
a las hordas de viejetes que invaden los centros comerciales en busca del aire acondicionado. El problema es que
muchas veces tenemos que acudir con nuestras parejas, con el riesgo que esto
conlleva de que quieran entrar a mirar en las tiendas “ya que estamos aquí…”. En
invierno aún queda la excusa de no querer salir a pasear o a tomar algo, porque
ya es de noche y hace mucho frio… “Así que mejor nos quedamos en casita y vemos
una peli en el sofá, tapaditos…” y con esta tontería han empezado muchas tardes
gloriosas.
Lo que nos lleva a como el maldito calor afecta a
las relaciones de pareja, o a las escasas relaciones mejor dicho. Como ya hemos
dicho antes, en invierno con la tontería del frio, de la mantita y del estar
acurrucaditos, existe alguna posibilidad de buscar otro tipo de contacto para
entrar en calor, o como también decía mi abuelo: “La polla busca el higo”, por cierto… ahora que lo pienso mi abuelo no
decía más que guarradas… en fin, toda esta estrategia se va al garete en
verano. Si en verano te intentas acercar a tu chica, lo más probable es que se
te quite de encima rápidamente con una frase del tipo: “Hay quita, que estas
sudando” o “Quita que hace mucho calor” o “¿No ves que estoy sudando?”… ¿Y
qué?, ¿Y qué?, y ¿Y qué?
No podríamos hablar del verano, sin mencionar a
nuestros adorables amigos, esos seres entrañables cuyo único defectillo es que
se alimentan de sangre, de nuestra sangre, para ser más exactos. Como todos habréis
podido adivinar nos estamos refiriendo a nuestros políticos, pero como no
quiero amargaros las vacaciones hablando una vez más de crisis, banqueros y
políticos, os hablaré de otros animalejos parecidos pero más agraciados
físicamente: Los mosquitos.
¿Qué seria de una calurosa noche de verano sin estos
animalillos? Porque no hay cosa más bonita que estar dando vueltas en tu
empapada cama, intentando dormir algo, y escuchar ese zumbido que anuncia
juerga nocturna. Cuando oyes ese sonido ya sabes que la noche va a ser mas
larga que la cola del Inem.
Lo que más suele joder, cuando duermes en pareja, es
que en el 99% de los casos a tu pareja ni la rozan, y a ti te dejan en carne
viva. ¿Por qué? Aquí hay diversas teorías, como aquella de que tu sangre les gusta
más, que tienes la sangre muy dulce, que tu olor les atrae… Si lo del olor
fuera cierto, yo conozco a más de uno que no le picarían ni en un tanque de cobras reales.
En mi caso concreto, yo os puedo explicar que de la
pareja yo soy al que acribillan vivo y a
mi mujer ni la tocan. La teoría que yo tengo es la siguiente: Normalmente mi
mujer se pone muy caliente por la noche, y no lo digo en el sentido en el que
estáis pensando, ojalá fuera eso…, el caso es que su piel quema por las noches
e irradia calor como si de una estufa humana se tratara, así que los mosquitos
no le pican por lo que yo llamo el efecto arena de la playa. A los mosquitos
les pasa como a las personas que van dando saltitos por la playa porque les
quema la arena, así que hasta que no fabriquen chanclas para mosquitos, mi mujer estará a salvo.
Otra cosa muy agradable del verano, son las llamadas
“canciones del verano”. Estas
canciones son compuestas por (ex)yonquis y/o (ex)delincuentes a los que el
sistema ha fallado dejándolos vivir.
Estas canciones constan de un par o tres de palabras
veraniegas como: playa, arena, sol, chicas, mar… que se van repitiendo hasta el
infinito en un estribillo pegadizo. Pegadizo porque al oírlo te dan ganas de
pegar a su autor hasta matarlo o porque es lo que han esnifado sus autores para
componer la canción, pegamento.
¿Qué seria de nuestro verano sin estas canciones?
Exclamarán algunos, pues el mio desde luego sería más feliz, le contestaré yo
mientras le golpeo con un ladrillo sin parar.
Un efecto muy curioso del verano es la mutación que
sufre la televisión. Si durante el
resto del año es como poco: cuestionable. En verano se vuelve directamente
asquerosa, insultante y vomitiva.
Los programadores de los diferentes canales de
televisión, creen que todos somos ricos como ellos y que estamos de vacaciones
en el caribe, así que piensan: vamos a meter ahora toda la morralla que tenemos, que total nadie se va a enterar porque nadie
ve la tele en verano.
Pues bien, ya sea porque somos pobres, porque no
tenemos vida social o porque sencillamente somos unos enfermos, algunos sí
queremos ver de vez en cuando la tele. Incautos la encendemos y… ¿Qué vemos?...
Una mierda detrás de otra.
Primero está el tema de los anuncios, odio esos
putos anuncios de grupitos de gente joven “superguaysdelavida”
que estando ellas buenísimas y siendo ellos súper graciosos y cachitas,
intentan reflejar como pasa la juventud el verano. Con su velero de cala en
cala, gastando inocentes y graciosas bromas a las virginales chicas, ríen y
ríen sin parar… mientras a ti te va cogiendo una mala hostia por el cuerpo de
la rabia que irradia el anuncio y porque esperas a ver si se cepillan a la
rubia calientapollas de una puta
vez. Pero no, son juventud sana que solo quiere divertirse sanamente, eso si con
la cerveza en la mano todo el puto anuncio.
Desde este humilde púlpito -unos buenos pulpitos a
la plancha si que me comería ahora-, quisiera hacer un llamamiento a quien me
quiera escuchar o leer, para que alguien les diga de una vez por todas a los publicistas de este país, que los
anuncios con grupos de gente “anónima” y en este caso mas concreto “niños”
cantando situaciones cotidianas, ya no tienen ni puta gracia. Es más, te entran
ganas de coger una botella de 67 litros de Fanta y matar a golpes a cada uno de
los niños cantores.
Por favor, más no, ya se acabó, no queremos ver y
escuchar a gente “normal” en grupo hablándonos o cantándonos sobre compañías
telefónicas, seguros o bebidas. No porque sean gente de la calle en lugar de
actores famosos, vamos a comprar esos productos, y por cierto, no son gente
“normal”, son gilipollas.
Dejando los anuncios publicitarios a parte, porque
me enciendo…, tenemos los programas basura del verano. Son programas
refrescantes, amenos y veraniegos… ¡Mis cojones sudados! Son una puta mierda.
Aquí la idea genial de los creadores que ganan más
que tu y que yo, es colocar a un par de presentadores guays: una chica idiota y
con dos tetas como sandias junto a
un chico que o bien puede ser un atractivo gay o un simpaticón heterosexual.
¿Y en qué consisten estos programas? Eso es lo de
menos teniendo a los presentadores arriba mencionados. Pero básicamente los hay
del tipo pruebas y preguntas graciosas a concursantes famosos o pruebas en las
que intervenga una piscina sí o sí
para mojar a las chicas concursantes anónimas pero que casualmente están todas
como un tren.
En el caso de los canales de televisión cuyos
creativos y guionistas son aun más inútiles que la media, queda el recurso de
emitir el mismo programa que el resto del año, pero cambiando la presentadora
que está de vacaciones y añadiendo al final del título del programa las
palabras mágicas:”… de verano” o similar.
Otro aspecto muy a tener en cuenta durante el verano
es que los colegios están cerrados, la cual cosa quiere decir que los niños salvajes andan sueltos por la
ciudad.
Hacedme un favor y que alguien asesine cruelmente al
inventor del patinete, o al menos al
que lo puso de moda otra vez. Como no teníamos bastante con los ciclistas
suicidas que te arrancan el brazo cuando paseas tranquilamente por la acera,
ahora hay que sumar a los putos niños y sus patinetes locos. Y a todo esto me
pregunto… ¿Dónde están sus putos padres? Pues normalmente tocándose los huevos a dos manos en su casa.
Otro lugar donde sufrir a estos pequeños monstruos es en los bares o
restaurantes. Los padres se sientan en la mesa, comen y beben tranquilamente
mientras dejan que los niños corran, salten y brinquen a sus anchas entre las
mesas, dando por culo a todo el mundo. Cuando los niños ya llevan tres cuartos
de hora saltando, han tirado a tres camareros con sus sendas bandejas y han
amargado la comida a todas las personas que comen tranquilamente en el
restaurante, la madre atenta cual águila perdicera, llama a gritos al niño: “¡Jonathan! ¿No te he dicho que te estés
quieto?” pues no, la verdad es que no se lo has dicho mala puta, y si se lo has
dicho no te ha hecho ni puto caso. Tras esta “descomunal bronca”, se da media
vuelta y sigue comiendo tranquilamente y charlando con su marido, mientras su
Jonathan continúa con su misión de destruir el establecimiento.
¿Está prohibido darle un capón al niño? ¿O
calentarle un poco el culo? En mis
tiempos si se me ocurría moverme de la mesa en un restaurante, si mi madre no
me daba una buena tunda en el culo mi padre me echaba una mirada que se me caían
los huevos al suelo, con los que se resbalaba el camarero cargado con su
bandeja.
Por último no quisiera acabar sin rogar públicamente,
que digo rogar, suplicar públicamente, que por mucho mucho calor que haga y
aunque nos arrase una ola de calor subsahariano, la que no esté dotada por la
naturaleza para llevar shorts, que
no los lleve por favor. Y la que sí lo esté que tampoco los lleve por favor,
que muchos nos jugamos la relación.
Es curiosa esta invasión de shorts, allá donde mires
no hay chica o en el peor de los casos mujer, que no los lleve. Contra más
cortos mejor. Ahora los hay incluso con los bolsillos asomando por debajo de
los pantalones como diciendo: “mira si son cortos que no me caben ni los
bolsillos”. Alguna he visto que hasta le asomaba la compresa, y ella tan feliz.
Llamadme “carca” si queréis, pero en mis tiempos las
tías no llevaban estos pantalones tan perturbadoramente cortos. Si la moda
sigue esta imparable evolución, de aquí a unos cinco años las chicas irán en bikini por la calle, en diez años en
tanga y en unos quince en pelotas. Ahora bien una vez vayan en pelota picada,
no se te ocurra mirarla ni de reojo, o serás un puto cerdo pervertido.
A la petición de piedad en el uso de shorts,
quisiera añadir la de prohibición total de camiseta de tirantes para los hombres. No quedan bien nunca, a no ser que seas
Brad Pitt, y no suele ser el caso. Sobretodo me dirijo a vosotros, niñatos tirillas, no por llevar
camiseta de tirantes te conviertes en cachas al instante, lo siento, no
funciona así.
Por último moderación en el uso de chanclas, sobretodo en hombres. Las
mujeres por regla general suelen tener unos pies más finos y delicados, y las
uñas pintadas ayudan, pero la mayoría de pies de hombre, no suelen ser los del
David de Miguel Ángel. Repito: No todos los pies son aptos para llevar
chanclas, y cuanto antes lo asumáis mejor para todos.
¡Odioso
verano a todos!