JE SUIS CHARLIE
Los trágicos sucesos que han acontecido las últimas
semanas, han renovado mis ganas de odiar y reírme de Dios y su madre. Así que allá vamos.
Es muy triste y preocupante que en el siglo XXI, con los Smartphones
dirigiendo nuestras vidas, con televisiones curvas, gigantes y en 3D en nuestros
hogares, con sondas espaciales aterrizando en cometas lejanos y con los coches
voladores a las puertas -esto lo venimos diciendo desde hace 25 años y no hay
manera…- aún tengamos que preocuparnos por dibujar un chiste y que un zumbado con turbante y metralleta te
asesine.
Es innegable que las religiones en general y sin
excepción han hecho más mal que bien a la humanidad. El cristianismo sin ir más
lejos asesinó a millones de personas hace no tantos años. Por suerte eso pasó a
la historia y ahora solo violan a
niños pequeños. Pero oye, como ahora tienen un Papa muy moderno, todo olvidado.
El problema viene cuando mezclas religión con
pobreza y ninguna cultura. En este contexto es muy fácil que surja cualquier
iluminado que interprete los escritos “sagrados” -no me estoy refiriendo al Marca- de la manera que le interese… y
ala -nunca mejor dicho- a cortar cabezas como si no hubiera un mañana.
En esos países lejanos que no tenemos ni puta idea
de donde están y que solo conocemos por las noticias trágicas, donde los grupos
terroristas que odian todo lo que huela a occidente salen como setas, los niños
y jóvenes que no tienen otra cosa que hacer son carne de cañón.
Ese es el quid de la cuestión. En Europa los niños y jóvenes están todo el día
amorrados al móvil y no tienen tiempo para que les coman la cabeza con cosas
raras de Dioses, escritos, guerras santas… Bufff!!! Que pereza!!! Más Twitter, más Instagram, más Candy
Crush, más mujeres, hombres y viceversa, más Messi y Cristiano Ronaldo y menos
religión.
Huy sí que todo eso que he dicho es muy malo, huy
que asco, que incultura, que atraso… Vosotros mismos… ¿Qué queréis? ¿Niños-bomba
fanáticos o chonis idiotas? Al menos
las chonis que no saben ni la capital de Francia no te explotan en la cara y
con un poco de suerte aún tocas tetilla.
En resumen: Aviones de la ONU tirando Smarphones en
Siria, Irak, Irán, etc. etc. YA! Y algún Bershka
y Zara tampoco vendrían mal. Hay que
atontar a estos niños rápidamente antes de que los atonten los locos del
turbante.
Volviendo a los muertos de París, que son los que
nos importan y no los que mueren en esos países raros que hace mucho calor y
hay polvo por todos sitios, es muy triste que unos dibujantes cutres tengan que
temer por sus vidas. Desde aquí quiero hacer una pregunta a los señores
terroristas del EI: ¿Por qué siempre
asesinan a gente normal y corriente que ni pincha ni corta? Si lo que quieren
es impactar a la gente, asustarla, acobardarla… lo que tendrían que hacer es
poner las bombas en las sedes de los gobiernos, por ejemplo. A la población eso
nos molestaría muchísimo. Hablando del caso de España que es el que conozco, aquí lo que más tememos del mundo, no
es que pongan una bomba un tren de trabajadores de tres al cuarto, no. Aquí lo
que más tememos es que matarán a nuestros honrados
y abnegados políticos. Eso no podríamos soportarlo. O que atentaran en los
consejos de los bancos con todos sus
dirigentes nunca suficientemente bien pagados dentro. Si hacen eso nos rendimos inmediatamente al
EI, nos ponemos el turbante, el burka y ala, a rezar que son dos días.
Otro tema recurrente de estos días ha sido la tan
nombrada “Libertad de expresión”. Esa
expresión tan bonita y tan ensalzada siempre y cuando no te toquen a ti los
cojones.
Porqué nos llenamos la boca hablando de libertad de expresión
pero inmediatamente le ponemos límites y matices no sea que se ofenda el de enfrente y no sea
que se metan con mis creencias, con mi partido político, con mi equipo de
futbol o conmigo mismo.
Pues bien, ahora voy a decir una locura absoluta y
voy a descubrir la penicilina: La libertad de expresión, como cualquier otra
libertad en general, nunca puede tener límites, si no ya no es libertad. Otra
cosa es que como sociedad, entre todos nos dotemos de unas leyes, porque si no
esto sería la selva. Leyes que entre todos creamos, modificamos o derogamos…
aunque en esto cada vez pintemos menos.
En el caso en concreto que nos ocupa, las religiones
no pueden estar al margen de la libertad de expresión, nada puede estarlo. Cada
uno puede tener las creencias que le dé la gana, por absurdas que sean y crean en
dioses de ocho brazos y dioses elefantes u otras más realistas que creen en carpinteros que transforman el agua en
vino y resucitan o vírgenes que se quedan embarazadas por arte de magia.
Tú puedes tener la creencia que te dé la gana y yo
puedo reírme de tu creencia, de ti o de tu madre. Si no te gusta tienes varias
opciones: no leas lo que escribo o dibujo, pégame un puñetazo como defiende el
bondadoso líder de una de esas sectas, en cuyo caso te expondrás a una denuncia
o a otro puñetazo -en función de lo
grande que seas- o denúncialo y un juez decidirá si existe algún delito. Es así
de simple. Eso es la libertad de expresión.
Una frase muy bonita que leo mucho estos días es esa
de: La libertad de una persona acaba donde empieza la de otra. El que defiende
esta frase no puede ser más gilipollas.
Dicho con todo el respeto del mundo.
Por esa regla de tres si a mí me encantan los pájaros
nadie podría hacer ningún chiste ni burla de los pájaros. Si yo soy del Betis
nadie puede hacer chiste ni burla del
Betis… y así hasta el absurdo infinito.
Vuelvo a repetir por si no ha quedado claro: La
libertad de expresión es total y
absoluta, ni empieza ni acaba. Y todos tenemos la libertad de no leer ni
comprar lo que no nos guste o de denunciarlo en caso de que implique algún delito.
Para lo que no tenemos libertad es para matar a nadie por nada. A no ser que
tengan armas de destrucción masiva y un poquillo de petróleo.
JE SUIS
CHARLIE. Libertad para todos para cagaros en los que os dé
la gana y por si las moscas… ¡Alá es Grande! Soy colega, Paz hermano y todo
eso.