miércoles, 6 de marzo de 2013

ODIO A LAS MUJERES Y A LOS HOMBRES Y VICEVERSA


Odio a los hombres y odio a las mujeres, pero sobretodo odio cuando estas dos especies se relacionan entre si. Si bien es cierto que hay quienes se relacionan más que otros.
Para empezar es necesario dejar claro que estamos hablando de dos especies totalmente diferentes que proceden de planetas distintos. Por la cual cosa cuando entran en contacto se producen situaciones delicadas y tronchantes -sobre todo para el que las observa desde fuera-.

Desde está humilde plataforma analizaremos estas relaciones hombre-mujer desde todos los puntos de vista posibles sin caer en los estereotipos más tópicos… ¡Qué coño! Básicamente hablaremos de tópicos que es lo que mola.
El primer aspecto a tratar no es otro que el de las relaciones afectivas, o como lo soléis llamar los humanos: el amor, y todo lo que eso conlleva.

Bonita palabra: amor. Pero… ¿Qué significa exactamente esta palabra? Nada absolutamente. Esta palabra fue acuñada porque entre las damas estaba feo decir: Estoy como loca porque ese muchacho del carruaje carmesí me introduzca su pene en mi vagina un día sí y otro también… Era mucho más sutil decir: Estoy enamorada de ese muchacho.
Otro matiz importante en este caso concreto es que la acaudalada damisela realmente no pretende que el muchacho le introduzca el pene en su vagina. O sí lo pretende pero no así sin más. Eso sería propio de… un ser humano normal. Lo que esta joven desea es que le introduzcan el pene previa retribución monetaria en forma de invitaciones varias, un cortejo extenso y humillante para el muchacho y una promesa de abstinencia posterior. Todo esto es a lo que se decidió llamar amor para diferenciarse de las mujeres vulgares, también conocidas como putas en aquella época u hombres en la actualidad.

Tras este apunte histórico totalmente inventado analicemos una relación entre un hombre y una mujer en la actualidad.
Todo empieza cuando entran en contacto visual. La mujer ve un hombre de apariencia agradable, que se ve limpio y que podría ser apto para iniciar las pruebas que determinarán si puede ser su pareja o no. El hombre ve unas buenas tetas. Aunque eso es simplificar demasiado es cierto. No solo ve eso, cuando se gira también ve un buen culo.

Tras el contacto visual los manuales no escritos -son los que se venden en librerías no construidas- recomiendan que sea el hombre el que inicie la segunda fase que es la del contacto verbal.
En esta fase lo más importante para el hombre es aguantar diez minutos de conversación sin mirarle las tetas. Lo que la mujer pretende es averiguar lo máximo posible de su conversador y que éste le mire las tetas aunque sea de reojillo, pero nunca descaradamente.

Recordad esto hombres del mundo, porque es crucial. Las mujeres no se visten con escotes hasta los tobillos para que les miréis las tetas como unos pervertidos. Se los ponen, primero por comodidad y practicidad y segundo para detectar cerdos mirones.
¿Qué distingue a un cerdo mirón de un pícaro mozo? Principalmente lo bueno que esté el observador. Pero como norma general recordad: Mirar descaradamente=cerdo, mirar de reojillo rápidamente=picaruelo, siempre que no te pille, si no pasarías a la categoría de cerdo a no ser que estés rematadamente bueno.

Si se supera esta fase se producirá el intercambio de teléfonos, mails, twitters, Facebooks…etc., etc. con lo que pasaremos al siguiente nivel: La cita.
Llegados a este punto solo daré un consejo a los hombres: preparad la pasta. De todos es sabido que vayáis donde vayáis a comer, cenar o tomar algo os tocará pagar a vosotros. Pero ojo, no confundid las cosas, esto no es machismo ni feminismo, nooooooooo, esto es convención social aceptada. ¿Aceptada por quién? Por las mujeres por supuesto, que para eso son las encargadas de decidir lo que es machismo y lo que no.

Supongo que a estas alturas estaréis hechos la picha un lio ¿No? ¿Cómo me comporto para no quedar como un cerdo? ¿Qué se considera machista y que no?...
Calma y tranquilidad amigos pajilleros, os pondré unos breves ejemplos para que lo entendáis mejor.

Si tú vas a buscar a una chica con tu moto, tu chupa de cuero y sin casco, eres un “quillaco” delincuente. Si lo hace Mario Casas es un travieso malote.
Si atas a una mujer a la cama, le das latigazos y le obligas a hacer según qué cosas, eres un machista violador como poco, si lo hace el Grey ese de los libros cutres, es un seductor irresistible.

Tras estos educativos y clarificadores ejemplos y esperando en casa a que me llegue la oferta para entrar en el ministerio de igualdad prosigo con mis idioteces.
¿Qué cómo os tenéis que comportar vosotros los hombres en estas citas para no cagarla? Pregunta bastante jodida… La respuesta que se nos ha quedado grabada en la memoria a base de escucharla en series y pelis cutres es: “Se tú mismo” y con frase clave quiero decir que hagáis todo lo contrario. A no ser que ser tú mismo signifique ser un millonario con un pene de veintiocho centímetros no seáis vosotros mismos jamás. Simplemente hablad poco y escuchad mucho asintiendo con la cabeza a todo lo que diga, no hace falta que lo entendáis y ni siquiera que escuchéis realmente, solo asentir con la cabeza y de vez en cuando decid cosas del tipo: Ajá… Si es que… Ya le vale…

Sobretodo no miréis a ninguna otra mujer mientras dure la cita. Si, ya sé que esto que estoy diciendo es prácticamente imposible, pero tenéis que intentarlo al menos. Por muy buena que esté la camarera, vista al frente. Porque creedme, ese día todas las tías buenas del mundo con escotes y minifaldas se pasearan por vuestro alrededor.
Tras años de estudio, creo tener pruebas de que cuando una mujer queda con un hombre al que quiere poner a prueba contrata a unas actrices para que se paseen por donde tiene lugar la cita.

Los hombres acuden a citas para divertirse y si pillan cacho mejor que mejor -¿Porqué que hay más divertido que eso?- y las mujeres van a examinar a un pescadillo sin la menor intención de divertirse, la diversión ya llegará cuando celebren las bodas de oro.
Pero como no quiero ser un machista, ya que a diferencia de Mario Casas a mi si me llega el dinero del paro para camisetas y no soy un vampiro paliducho para esclavizar mujeres, también daré un consejo a las chicas en sus citas: Haced lo que os salga del coño, si queréis follar follareis y si no pues no.

Ahora hablando en serio, no quisiera verme yo en la piel de las pobres chicas que tienen que acudir a una cita tras otra a cenar y tomar copas gratis con cientos de hombres que se mueren por acostarse con ellas. ¡Bufff! Que pereza solo de pensarlo…
Vamos a suponer que la primera cita ha ido bien, y la segunda y la tercera. Cuando la chica ya se ha cerciorado que eres un pringado fácil de domesticar o un gamberrete al que cambiar, te dejará ver la mercancía -en el caso del gamberrete te la dejará ver antes-. Tal y como hacen las compañías telefónicas tendrás seis meses de descuento en la tarifa y te hincharás a follar como si no hubiera un mañana pero…

Cuando ya estés totalmente enganchado empezareis una vida juntos de convivencia con la creencia de que si has disfrutado como un loco sin tener casa, esquivando a los padres, alquilando habitaciones de hoteluchos y haciéndolo hasta en los probadores del Bershka, lo de tener piso propio, habitación propia y cama propia ya tiene que ser la hostia…
Jiaaaaa ja ja ja jaaaaaa -risa siniestra- pobre desgraciado… ¡Es al revés pedazo de idiota! -que a gusto me he quedado-, siento ser así de duro pero ojalá alguien me hubiera avisado a mí en su momento.

Quizás todo vaya guay el primer día, la primera semana o los primeros meses. Pero en poco tiempo las discusiones, el cansancio del trabajo y la monotonía irán haciendo mella y se acabó lo que se daba majete.
La convivencia entre dos seres de diferentes especies es difícil, por no decir imposible. Normalmente se da la paradoja que se suelen juntar ordenados con desordenadas, limpias con guarros, puntuales con impuntuales o gente que puede vivir perfectamente dejando los platos sucios tres semanas, pudriéndose y oxidándose en el fregadero conmigo… ¡Dios como los odio! Como diría Pistorius: en cuanto me ponga las piernas me los cargo.

Lo mires por donde lo mires juntar tus manías con las de otra persona y tus hábitos con los suyos, es jodido, muy jodido.
Uno cuando vive con su madre está acostumbrado a lavar -que le laven- su ropa, y a doblar -que le doblen- su ropa. Pero cuando tienes que hacer eso no solo con tu ropa si no con la de tu pareja… la cosa cambia. Y en este aspecto las mujeres se llevan la palma. ¿Cómo cojones se dobla un sujetador? ¿Y una falda? ¿Y un conjunto de ropa interior de esos extraños? ¿Y un puto tanga? Es físicamente imposible, haced la prueba, lo doblas como puedes y se vuelve a abrir solo, así que acabas haciendo un moñigo y al cajón. Y cuando la chica lo abre salen disparados doscientos tangas por los aires.

Porque esa es otra ¿Para que coño necesita una mujer trescientos tangas? Yo con tres o cuatro calzoncillos me apaño. Que ansia de consumismo… No me miréis así mujeres, no es que sea un guarro -que también- la diferencia es que yo no llevo el calzoncillo metido en el culo todo el santo día.
También he de reconocer que los tíos tenemos lo nuestro en lo que ha convivencia se refiere. Solemos tener una tolerancia mayor al desorden y a la suciedad. Para nosotros una capa de polvo de una micra de espesor en el mueble no es suciedad. Al menos no mientras se sigan viendo las cabezas de las fotos que decoran el mueble.

Es tontería limpiar el polvo de un mueble, cuando de todos es sabido que en cuanto te des la vuelta el polvo se vuelve a posar. Más vale esperar un poco y hacer el trabajo una vez en vez de cuarenta.
Si no nos acordamos del cumpleaños de nuestra madre… ¿Nos vamos a acordar de los nombres de todos los productos que se necesitan para limpiar una mierda de casa? ¡Para limpiar una puta silla necesitas ya cinco o seis diferentes! Uno para el respaldo de tela, otro para las patas de madera, otro para las partes metálicas… Ya no os digo nada para la cocina. Eso es otro mundo de inoxidables, cromados, vitrocerámicas, esmaltados, maderas, alicatados… Putos fabricantes de productos de limpieza, nos la han metido doblada y ni nos hemos enterado.

Bueno, creo que para una primera dosis de relaciones hombre-mujeriles ya hay bastante, pero no preocuparos que… CONTINUARÁ.